Sebastián D Longhi.

…cuando se
trata de obsesión sin precursores químicos cerebrales, aunque unas líneas de
coca son siempre estimulantes, lo que se asoma es el estupor frente a los
agujeros de una personalidad como la mía ¡Estoy lleno de hoyos en el alma!
Decidí esconderme ante tanta fragilidad y debilidad. 

   Y
sucedió lo obvio, siendo normal enloquecí por ella. Y ella me margino,
desmigajo y destruyo como Hombre. Solo soy escombros de la virilidad que supe
ser alguna vez. No teniendo más remedio que ir a terapia para desahogar al
demonio de amarla sin poseerla, prisionero de sus juegos siniestros y ausentes,
donde su entidad maligna se atribuyo mi espíritu. Por ello resolví ver a un
colega, para que me convenza de no matarla. Porque me miento tanto a mi mismo
que solo oculto lo obvio: ¡Mi deseo de asesinarla me ha consumido! Me ha robado
toda mi masculinidad… 

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